Estamos viviendo en un estado de incertidumbre, con momentos de desánimo, de dolor, de pérdidas, de miedo. Abrazar el presente con todos sus matices, rendirnos al proceso de vida donde también es inherente la muerte, el cambio, el sufrimiento, la alegría, la oportunidad, el crecimiento, es el gran aprendizaje de esta etapa de la humanidad.
Es un buen momento para cultivar la mente alimentando pensamientos de compasión, salud, amor, solidaridad, prosperidad, confianza, serenidad. La situación de confinamiento nos confronta con un ritmo de vida mucho más lento, una pausa en nuestro ir y venir frenético; ahora tenemos la oportunidad de poder apreciar los pequeños detalles y acciones del día a día de una manera más clara y consciente.
Desde esta quietud obligada, busquemos nuestro propósito de vida, aquellas actividades que nos hacen felices, nuevos valores movidos por la generosidad, cooperación y respeto por la naturaleza, donde todos salgamos beneficiados.